Antropología cognitiva: mente y cultura

1. La mente como locus de la cultura


Según Ward Goodenough, la cultura es algo mental, a saber, todos aquellos conocimientos que se necesitan conocer para comportarse de manera adecuada y conforme a las normas de una sociedad.

Ward H. Goodenough en Melanesia. 
Probablemente en 1954

"La cultura es algo que se aprende. (…) Los objetos materiales que crean los hombres no son en, y por sí mismos, cosas que los hombres aprendan. (…) Lo que aprenden son las percepciones, los conceptos, las recetas y habilidades necesarios: las cosas que necesitan saber con objeto de hacer cosas que cumplan las normas de sus compañeros".

Ward H. Goodenough (1971), "Cultura, lenguaje y sociedad": 190.

¿En qué consisten esos conocimientos? ¿Qué es y cómo está organizado el conocimiento cultural? ¿Qué forma(s) tiene?

2. Estructuras cognitivas: taxonomías, prototipos, scripts y esquemas


La primera antropología cognitiva (llamada etnociencia, etnosemántica, semántica etnográfica o nueva etnografía) se centró, en la década de 1960, en el estudio de dominios culturales como la etnobotánica, la etnozoología, las terminologías de parentesco o los colores. Su objetivo era dilucidar los elementos constitutivos de estos dominios culturales, así como la forma en que estaban organizados internamente (taxonomías y paradigmas). Sus practicantes pensaban que la cultura tenía una estructura taxonómica, que se alojaba en la mente de los individuos, y que accediendo a estas formas de clasificación se podía llegar a entender qué es la cultura y cómo funciona. El estudio de las taxonomías fue desviando su atención del interés exclusivo en las características de los elementos de los dominios culturales al interés por ciertas configuraciones de características que daban lugar a objetos mentales, a los que se les dio el nombre de prototipos. Un prototipo es una subcategoría o miembro de una categoría con un estatus cognitivo especial, el de ser el mejor ejemplo de la categoría. Así, los miembros de una cultura pueden considerar el petirrojo o el gorrión representantes más característicos de la categoría pájaro, y la gallina, el pingüino o el avestruz ejemplos menos representativos. La aplicación de la teoría de los prototipos en antropología produjo trabajos como el de Berlin y Kay (1969) sobre las categorías de color.

A mediados de los 70 la confluencia de la antropología, la psicología, la lingüística, la ciencia cognitiva y la inteligencia artificial dio lugar a la aparición de una serie de nuevas estructuras cognitivas teóricas más complejas: marco (frame), escena (scene), escenario (scenario), guión (script).

Los científicos cognitivos desarrollaron el concepto de script  (guión teatral) para explicar cómo se organiza el conocimiento. Los scripts, según Schnak y Abelson (Scripts, plans, goals and understanding, 1977), resultan de la rutina diaria, y consisten en secuencias estereotipadas de hechos familiares para el individuo que guían su conducta cada vez que se encuentra de nuevo en una situación similar. El script del restaurante guía al cliente en la serie de conductas necesarias para obtener comida en uno de estos establecimientos: conseguir una mesa libre, pedir el menú elegido, pagar, e incluso decidir cuánta propina va a dejar en función del servicio que reciba.

Poco a poco todas estas estructuras cognitivas fueron convergiendo hacia el concepto de esquema.

"Un esquema es un marco organizado de objetos y relaciones que tiene que ser todavía rellenado con detalles concretos, mientras que un prototipo consiste en un conjunto especificado de expectativas".

D'Andrade (1995), The development of cognitive anthropology: 124.

Un ejemplo de esquema lo encontramos en la palabra japonesa "kaku" (escribir). Este término invoca un escritor, un instrumento para escribir, una superficie y un producto, así como una serie de relaciones entre estos elementos. Ninguno tiene todavía una concreción en el esquema. Por ejemplo, el producto puede ser una palabra, una frase o incluso un garabato.

Los esquemas no tienen por qué entenderse como estructuras aisladas. Unos esquemas pueden formar parte de otros, dando lugar a estructuras complejas y jerárquicas.

Dorothy Holland y Debra Skinner describen en un artículo titulado "Prestige and intimacy: the cultural models behind American's talk about gender types" (1987) uno de estos esquemas. Analizando entrevistas a estudiantes universitarias del sur de los Estados Unidos, estas autoras descubrieron la existencia de un escenario (scenario) o esquema tras los términos que estas jóvenes utilizaban para referirse a los chicos. En este esquema se representan de manera simplificada cómo deben ser las relaciones románticas:

"Un chico se gana la admiración y afecto de una chica tratándola bien. La intimidad es resultado de este proceso. La mujer permite que la relación llegue a ser más estrecha emocionalmente, tratando bien como amigo, bien como amante, o bien como novio, a aquellos chicos que hacen el suficiente esfuerzo para ganarse su afecto. Además de la proximidad e intimidad, el proceso de ir formando una relación también tiene que ver con el prestigio. Cuando un chico es atraído por una chica e intenta ganarse su afecto tratándola bien, el atractivo de la chica queda validado y ella gana prestigio en su grupo social. Por su parte, el chico gana prestigio entre sus iguales cuando recibe admiración y afecto de las chicas y gana intimidad con ellas.

Normalmente, los chicos con más prestigio son atraídos y establecen relaciones afectivas con chicas que tienen prestigio, y viceversa. A veces, sin embargo, un chico puede tener éxito ganándose el afecto de una chica cuyo prestigio es mayor que el suyo. Sin embargo, cuanto más atractiva sea ella, más deberá compensar la falta de prestigio realizando grandes esfuerzos para tratarla bien. De la misma forma, algunas chicas a veces establecen relaciones afectivas con chicos que tienen más prestigio que ellas. Cuando el chico es más atractivo o tiene un prestigio mayor que la chica, ella a menudo tiene que compensarlo ofreciéndole su afecto sin que él haga nada para ganarlo".

Holland y Skinner (1987), "Prestige and intimacy": 101-102.

Este esquema proporciona abundante información sobre los varones y anticipa previsiones sobre las formas de comportamiento de éstos en sus relaciones con chicas. A partir del esquema se entiende por qué las chicas se refieren a los chicos poco atractivos e insensibles como: jerks (estúpidos), nerds (gansos), turkeys (pavos) y asses (imbéciles).

Los esquemas culturales son constructos mentales compartidos, entidades cognitivas. Están relacionados con instituciones sociales, pero no deben confundirse con ellas. Los esquemas sirven para representar, comprender y evaluar las instituciones sociales.


3. Tipos de esquemas


El lingüista George Lakoff distingue en su libro Women, fire, and dangerous things (1987) dos tipos de esquemas cognitivos básicos: los esquemas proposición (proposition schemas) y los esquemas imagen (image schemas).

Los esquemas proposicionales especifican conceptos y las relaciones que existen entre ellos a través de una secuencia de proposiciones o sentencias verbales. Un ejemplo lo encontramos en el análisis, realizado por Naomi Quinn en su artículo "«Commitment» in American marriage: A cultural analysis" (1982), de las metáforas con las que se refieren los estadounidenses al matrimonio. Los norteamericanos consideran que el matrimonio debe ser duradero y beneficioso. Es algo incierto, dificultoso, arriesgado, una inversión (de tiempo y esfuerzo), una unión, que puede ser exitosa o fallida. Combinando todos estos elementos se obtiene una estructura conceptual del siguiente tipo. El matrimonio debe cubrir una serie de expectativas y necesidades de las personas. Del cónyuge se espera que sea: amigo/a, compañero/a, amante, punto de apoyo y fuente de comprensión. Esto hace que el cónyuge sea alguien valioso e irremplazable. Por otra parte, para cumplir con las demandas y necesidades de la otra persona, se necesita realizar un esfuerzo y llegar a tener un conocimiento profundo de ella. Esto hace que el matrimonio se conciba como algo dificultoso, pues requiere adaptarse a las necesidades del conyuge, para lo cual se necesita invertir tiempo y esfuerzo. El fracaso es siempre una posibilidad latente.

Los esquemas imagen proporcionan una imagen de conjunto y dinámica de objetos y situaciones. Funcionan como configuraciones visuales o gestalts. Un ejemplo característico es el esquema del contenedor: un objeto abstracto que incluye un interior, unos límites y un exterior. Tomando como referencia la imagen del contenedor, todo está dentro o fuera de él. El referente más inmediato de un contenedor es nuestro propio cuerpo, según el filósofo Mark Johnson (The body in the mind, 1987). La comprensión de este esquema es previa a cualquier conceptualización verbal. El esquema imagen del contenedor es usado con mucha frecuencia para entender la realidad: se entra o sale de una habitación, se cae dentro de una trampa, se echa agua dentro de un recipiente, se sale de un engaño, se introducen nuevas ideas en la cabeza, etc. 

4. Metáfora y metonimia


La antropología cognitiva considera que la metáfora y la metonimia juegan un papel destacado en la organización y estructuración del conocimiento cultural, ya que permiten traspasar conocimientos de un domino semántico a otro (metáfora) o estructurar todo un dominio en función de uno de sus elementos o partes (metonimia).

La metáfora, según Holland y Quinn (1987: 28), facilita el pensamiento a través de esquemas imagen, al posibilitar la conversión de nociones abstractas de la experiencia psicológica y social en términos de la experiencia del mundo físico. Un buen ejemplo para ilustrar esta tesis, extraído del libro de Lakoff y Johnson Metáforas de la vida cotidiana (1980), es la metáfora: "la discusión es una guerra". Cuando nos referimos a una discusión hablamos metafóricamente  de "vencer al adversario", "sacar toda la artillería", "rendirse", "atacar", "defenderse de los ataques del contrario", "llevar las cosas al propio terreno", etc. La guerra es una metáfora útil para entender el concepto de discusión porque está definida en términos de un espacio físico (campos de batalla, líneas de frente, zonas desmilitarizadas, rutas de avance o retirada…) ocupado por acontecimientos físicos (avances de tropas, fuego cruzado,…).

El papel de la metonimia en relación con los esquemas culturales es distinto al de la metáfora, al operar dentro del mismo dominio semántico. La metonimia  utiliza una entidad para referirse a otra con la que está relacionada o de la que forma parte. De esta manera contribuye a su simplificación, hace que sea más manejable, fácil de entender, procesar y reconocer. Por ejemplo, a partir de los esquemas proposición que comparten los norteamericanos sobre el matrimonio, es posible inferir metonímicamente diferentes proposiciones sobre el matrimonio ideal: un matrimonio exitoso es duradero, un matrimonio feliz es mutuamente beneficioso, un matrimonio real es vivido conjuntamente… Todos estos juicios no están basados en datos estadísticos, sino en el conocimiento cultural acerca del matrimonio compartido por los estadounidenses. 

5. Modelos culturales


El concepto de "modelo" supuso un paso más en el desarrollo de conceptos teóricos con los que entender las estructuras mentales. La diferencia de este concepto respecto al de esquema parece más de grado que de contenido. D'Andrade, por ejemplo, considera que:

"Todo esquema sirve como un modelo simple en el sentido de que es una representación de algún objeto o acontecimiento. (…) Sin embargo, muchos modelos no son ellos mismos esquemas, aunque estén compuestos de esquemas. Los modelos no son esquemas cuando la colección de elementos es demasiado grande y compleja para mantenerla en la memoria a corto plazo (por definición, un esquema, en tanto que "una representación limitada, distinta y unitarias", debe tener cabida en la memoria a corto plazo)".

D'Andrade (1995), The development of cognitive anthropology: 151-2.

Holland y Quinn definen el concepto de modelo cultural en el capítulo introductorio de Cultural models in languaje and thought (1987) de la siguiente manera:

"Los modelos culturales son modelos del mundo, presupuestos o asumidos, ampliamente compartidos (aunque no necesariamente supongan la exclusión de otros modelos alternativos) por los miembros de una sociedad, y juegan un papel enorme en la comprensión del mundo y la conducta de esas personas dentro de él".

Quinn y Holland (1987), "Culture and cognition": 4.

Los modelos culturales están formados por esquemas cognitivos que sirven de base para el procesamiento de la información, posibilitan la reconstrucción mental de objetos y acontecimientos, permiten realizar inferencias y evaluar la experiencia, y proporcionan un marco para la organización y reconstrucción de los recuerdos de las experiencias pasadas. 

"Algunas veces los modelos culturales sirven para establecer metas para la acción, otras se usan para planear la consecución de dichas metas, otras para dirigir la realización de estos objetivos propuestos, otras para dotar de sentido a las acciones y comprender los objetivos de otros, y otras para producir verbalizaciones que pueden jugar distintos papeles en todos estos proyectos, así como en la subsiguiente interpretación de lo que ha ocurrido. La complejidad en la relación entre lo que la gente dice acerca de lo que hace y la ejecución de otras actividades no verbales se debe en parte a que los hablantes con frecuencia desempeñan tareas complejas con múltiples objetivos que pueden o no incluir producir una descripción verbal verídica de dichas tareas".

Quinn y Holland (1987), "Culture and cognition": 7-8.

Cognition Study Group, Chapel Hill, Junio 1989.
Ana Orgaz, Naomi Quinn, Laurie Price, Holy Mathews, 
Dorothy Holland, Claudia Strauss y Debra Skinner.


6. Estudio de los modelos culturales


La mejor manera de acceder al conocimiento cultural, según los defensores de esta corriente  teórica, es analizar el discurso natural o habla de la gente.

Los antropólogos y antropólogas cognitivos tratan de reconstruir el conocimiento compartido de los miembros de una sociedad analizando lo que dicen. El discurso natural de las personas es tomado como una forma de conducta que homogeneiza la diversidad de comportamientos y formas de pensar mediante mecanismos de selección y generalización de acontecimientos y experiencias narradas.

El análisis del discurso natural presta atención al conocimiento cultural implícito que se revela de manera indirecta a través de lo que no se dice, lo que se enfatiza, las cadenas de razonamientos, las metáforas y metonimias, la entonación y el tono de voz, el empleo de determinadas estructuras semánticas, las repeticiones, las asociaciones, los comentarios explicativos, etc.

Las técnicas de análisis del discurso son variadas: unas veces se analiza el discurso explicativo (los razonamientos que el hablante da para justificar y legitimar los acontecimientos que relata), otras se seleccionan fragmentos de narraciones, otras se analizan las metáforas y metonimias, otras se examinan términos o categorías clave, y otras se analizan esquemas proposicionales y cadenas de proposiciones. Ejemplos de estos procecimientos pueden verse en el libro editado por Naomi Quinn, Finding culture in talk (2005).

7. Motivación y fuerza directiva de los modelos culturales


Hemos visto que los modelos culturales enmarcan y estructuran la comprensión del mundo y de las conductas, proporcionando inferencias e interpretaciones válidas, así como estableciendo metas y planes para la acción. ¿Pero qué hace que los modelos culturales tengan fuerza motivadora o directiva?

Los antropólogos y antropólogas cognitivas han propuesto varias respuestas. La fuerza directiva de los modelos culturales puede provenir de la autoridad que reciben de sistemas de conocimiento expertos o de la sabiduría popular, pero también los modelos mismos pueden ser intrínsecamente persuasivos. La primera explicación es la que sugiere la lingüista Charlotte Linde (Life stories, 1993) en su estudio de los motivos que llevaron a elegir profesión a un grupo de norteamericanos. Las personas entrevistadas por Linde en este estudio recurrieron a versiones simplificadas y popularizadas de sistemas de conocimiento experto (como el psicoanálisis, el conductismo, etc.), que ella denominó "sistemas explicativos", para justificar su elección profesional. Estos "sistemas explicativos", piensa Linde, constituyen un medio para la comprensión, valoración e interpretación de la experiencia, y proporcionan además una guía para la conducta futura.

En la introducción al libro Human motives and cultural models (1992), Claudia Strauss sugiere que la fuerza motivadora se desencadena en la interacción de los modelos con la propia experiencia. Por ello, para comprender cómo se produce la fuerza motivadora es necesario analizar los sentimientos y emociones que se asocian con los modelos culturales.

Las personas suelen confrontar sus conocimientos con la experiencia. Cuando comprueban que el modelo cultural les sirve en una ocasión, repiten su uso para orientar su conducta ante nuevas situaciones parecidas. Los modelos culturales no deben entenderse como causas de la conducta, sino como recursos que pueden ser o no empleados por la gente. A veces el individuo tiene a su alcance varios modelos, que pueden incluso ser contradictorios. Cuando se da esta situación, la elección se decanta por aquel que satisface mejor las necesidades culturales.

Los discursos y conductas de las personas que nos rodean influyen también sobre la fuerza directiva que los modelos culturales pueden adquirir. D'Andrade (1984) piensa que el modelo cultural sobre el éxito tiene una gran fuerza directiva entre los norteamericanos porque satisface una necesidad creada culturalmente en esa sociedad. Los norteamericanos están motivados para alcanzar éxito y reciben a lo largo de su vida presiones externas para que se ganen la vida y lleven un estilo de vida propio. De esta manera el modelo adquiere una gran fuerza motivadora estableciendo metas y planes para acción.

Los modelos culturales son históricamente cambiantes. Los procesos de socialización y las experiencias difieren entre los miembros de una misma sociedad, de ahí que los modelos culturales no tengan siempre la misma fuerza motivadora para todos los individuos.

8. Teoría cultural


D'Andrade considera que se deben distinguir los modelos culturales de las teorías culturales que, a veces, tienen los miembros de una cultura sobre ciertos temas, y que les resulta fácil explicitar cuando son interrogados acerca de ellos.

"Una teoría cultural consiste en un conjunto interrelacionado de proposiciones  que describen la naturaleza de un fenómeno general".

D'Andrade (1995), The development of cognitive anthropology: 172.

Según D'Andrade, las teorías culturales se diferencian de los modelos culturales en una serie de aspectos:

  • las teorías son explícitas, y los modelos implícitos
  • las teorías están formuladas en términos de los propios nativos y los modelos en términos de la persona que los analiza
  • el conocimiento que encierran las teorías es declarativo y el de los modelos es de procedimiento. Por eso, cuando se les pregunta a los nativos por las teorías, se obtienen respuestas directas.
  • las teorías suelen versar sobre temas abstractos, como el origen de la vida o lo sobrenatural.

Según D'Andrade muchas etnografías contienen descripciones de teorías, sobre todo aquellas que analizan temas como la religión o la magia. Un buen ejemplo es la monografía de Evans-Pritchard Brujería, magia y oráculos entre los Azande (1937).

Por último, hay que señalar que las teorías culturales muchas veces no guardan relación con lo que la gente piensa realmente. Es algo que se puede comprobar con frecuencia en las encuestas sobre actitudes y opiniones, o que Malinowski  constató cuando interrogó a los trobriandeses para tratar de aclarar y poner orden en su sistema de creencias sobre los espíritus de los muertos, los baloma.

9. Un ejemplo: El modelo cultural de la mente


Los individuos de todas las culturas poseen una representación de lo que pasa en el interior de las personas, de la mente. Estos modelos se pueden considerar populares (folk) en la medida en que difieren de los modelos de la mente creados por las ciencias o la filosofía. El modelo cultural de la mente sirve para que la gente pueda entender lo que pasa en el interior de las personas, algo que no puede verse a simple vista. Roy D'Andrade ha analizado el modelo cultural de la mente que comparten los estadounidenses.

El modelo cultural norteamericano de la mente, según D'Andrade, incluye:

  • percepciones
  • pensamientos
  • sentimientos y emociones
  • deseos
  • intenciones

Al hablar de la mente, por las características de la lengua inglesa, ésta puede ser caracterizada como un proceso o como un estado ("estoy viendo un gato" o "veo un gato"), como algo constante o como algo que puede cambiar repentinamente ("creer" puede hacer referencia a las creencias que ya se tienen, o al proceso de adquisición de las creencias).

Las seis clases de fenómenos mentales no se consideran independientes en el modelo, sino relacionadas causalmente. El orden suele ser el siguiente:

percepción → pensamiento → sentimiento → deseo → intención.

A veces los sentimientos conducen a actos reflejos, como cuando alguien recibe un golpe y se pone a llorar. No tiene por qué darse toda la cadena, pero siempre que alguien manifiesta la intención de hacer algo se piensa que es porque ha tenido la secuencia previa de procesos mentales. En la figura 1 se representan algunas de las variaciones en la secuencia causal que, según D'Andrade, contempla el modelo. También admite que se puedan omitir pasos en la secuencia causal.

Figura 1: El modelo de la mente  (D'Andrade 1995: 172)

Otra de las características del modelo es que se considera que la mayoría de las cosas que ocurren en la mente son conscientes, pueden ser percibidas como acontecimientos externos. El modelo reconoce al "yo" como  centro de la conciencia y la agencia. El "yo" es visto a la vez como agente de la percepción y como algo percibido. El yo que percibe no sólo percibe las cosas del mundo, sino que se percibe a sí mismo percibiendo, como una entidad con continuidad en el tiempo y, por consiguiente, consciente. Cada individuo tiene sus propias percepciones, pensamientos y recuerdos. El yo que percibe es indisociable del yo percibido. Aunque puede haber personas con disociaciones entre su identidad mental y su cuerpo, lo normal es que el individuo se reconozca, según el modelo, como una unidad de cuerpo y mente. A través del plural de la primera persona del pronombre personal (nosotros) el yo puede  expandir sus percepciones mentales y pasar a formar parte de una mente colectiva, alegrándose, por ejemplo, de los éxitos del equipo nacional de baloncesto o de su empresa. Según el modelo, el individuo puede controlar lo que piensa y sus acciones, pero no siempre sus sentimientos o deseos. Lo que sí puede evitar son los pensamientos que desencadenan ciertos sentimientos y deseos. El modelo admite también que pueden suceder acontecimientos de manera imprevista. Esto es lo que ocurre en una depresión profunda, como consecuencia de una adicción, en situacion de hipnosis, etc. La gente utiliza el modelo cultural de la mente para interpretar, comprender y tratar de predecir su comportamiento y el de otras personas.

D'Andrade llega a este modelo a través del análisis de entrevistas, sus propias intuiciones y las obras de filósofos de la mente.

Para los psicólogos este modelo no es válido, pues carece de cientificidad. Muchos no aceptan que la introspección sea un método válido para comprender la mente. Algunos filósofos de la mente creen que los modelos psicológicos acabarán siendo sustituidos por modelos neurológicos del funcionamiento del cerebro en el futuro. Para algunos antropólogos y antropólogas este modelo de la mente es característico de sociedades occidentales y difiere del que podemos encontrarnos en otras culturas.

Steven Parish (1991) ha estudiado la manera en que los newar de Nepal conceptualizan la mente. Para los newar los estados y procesos mentales residen en el corazón. La mente, el yo y las emociones son sagrados y morales. En el corazón de cada newar hay un dios llamado Narayana o Bhagaban. Este dios es quien permite visualizar el mundo cuando el individuo cierra los ojos. El dios que hay en el corazón representa también un orden moral. Si el individuo actúa mal, el dios que lleva en su corazón le reprenderá. El modelo newar de la mente incluye, según Parish, dos emociones: lajya y pastae. Lajya equivale a la vergüenza que el individuo siente cuando miente o hace algo inapropiado. Pastae es similar a lajya, y sucede cuando alguien daña a otra persona. Equivale a culpa. Los newar tienen también muchas ideas sobre el autocontrol, el deseo de control y el dolor que ocasionan los deseos inapropiados. La mente funciona en relación directa con el sistema religioso hindú. Un dios moral anima una mente que se encuentra en el corazón, la experiencia de las emociones morales contribuye a articular un concepto de persona moral.

"El concepto newar de la mente ayuda a los newar a saber que «la persona» está constituida como un ser moral, con una vida «interior» que participa en lo moral y sagrado".

Parish (1991), "The sacred mind": 346.

Cannibal tours (Dennis O'rourke, 1988)

10. Referencias


Lectura obligatoria

  • Quinn, Naomi y Dorothy Holland. 1987. "Culture and cognition", 3-40. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.

Películas

  • An ecology of mind. A daughter's portrait of Gregory Bateson (Nora Bateson, 2011)
  • Cannibal tours (Dennis O'rourke, 1988)
  • Kukuli (Luis Figueroa, Eulogio Nishiyama y César Villanueva, 1961)
  • Video Mappings: Aida, Palestine (Till Roeskens, 2011)

Lecturas complementarias

  • D'Andrade, Roy. 1995. "The growth of schema theory", 122-149; "Models and theories", 150-81. En The development of cognitive anthropology. New York: Cambridge University Press.
  • D'Andrade, Roy. 1987. A folk model of mind, 112-50. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
  • Goodenough, Ward H. 1975 [1971]. "Cultura, lenguaje y sociedad", 157-248. Kahn, J.S. ed. El concepto de cultura: Textos fundamentales. Barcelona: Anagrama.
  • Holland, Dorothy y Debra Skinner. 1987. "Prestige and intimacy the cultural models venid American's talk about gender types", 78-111. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
  • Lakoff, George y Mark Johnson. 1986 [1980]. Las metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.
  • Linde, Charlotte. 1987. "Explanatory systems in oral life stories", 343-368. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
  • Parish, Steven M. 1991. "The sacred mind: Newar cultural representations of mental life and the production of moral consciousness". Ethos, 19 (3): 313-351.
  • Quinn, Naomi. 1982. "'Commitment" in American marriage: A cultural analysis". American Ethnologist, 9 (4): 775-98.

Lecturas recomendadas

  • D'Andrade, Roy y Claudia Strauss (eds.). Human motives and cultural models. New York: Cambridge University Press.
  • García, José Luis. 2000. "Informar y narrar: El análisis de los discursos en las investigaciones de campo". Revista de antropología social, 9: 75-104.
  • Johnson, Mark. 1992. The body in the mind: The bodily basis of meaning, imagination and reason. Chicago : University of Chicago Press.
  • Strauss, Claudia y Naomi Quinn. 1997. A cognitive theory of cultural meaning. New York: Cambridge University Press.
  • Lakoff, George. 1987. Women, fire, and dangerous things. What categories reveal about the mind. Chicago: Chigago University Press.
  • Linde, Charlotte. 1993. Life stories. The creation of coherence. New York: Oxford University Press.
  • Quinn, Naomi. 2005. Finding culture in talk: A collection of methods. New York: Palgrave Macmillan.