1. La mente como locus de la cultura
Según Ward Goodenough, la cultura es algo mental, a saber, todos aquellos conocimientos que se necesitan conocer para comportarse de
manera adecuada y conforme a las normas de una sociedad.
"La cultura es algo que se aprende. (…) Los objetos
materiales que crean los hombres no son en, y por sí mismos, cosas que los
hombres aprendan. (…) Lo que aprenden son las percepciones, los conceptos, las
recetas y habilidades necesarios: las cosas que necesitan saber con objeto de
hacer cosas que cumplan las normas de sus compañeros".
Ward H. Goodenough (1971), "Cultura, lenguaje y
sociedad": 190.
¿En qué consisten esos conocimientos? ¿Qué es y cómo está
organizado el conocimiento cultural? ¿Qué forma(s) tiene?
2. Estructuras cognitivas: taxonomías, prototipos, scripts y esquemas
La primera antropología cognitiva (llamada etnociencia,
etnosemántica, semántica etnográfica o nueva etnografía) se centró, en la
década de 1960, en el estudio de dominios culturales como la etnobotánica, la
etnozoología, las terminologías de parentesco o los colores. Su objetivo era dilucidar
los elementos constitutivos de estos dominios culturales, así como la forma en
que estaban organizados internamente (taxonomías y paradigmas). Sus
practicantes pensaban que la cultura tenía una estructura taxonómica, que se
alojaba en la mente de los individuos, y que accediendo a estas formas de
clasificación se podía llegar a entender qué es la cultura y cómo funciona. El
estudio de las taxonomías fue desviando su atención del interés exclusivo en
las características de los elementos de los dominios culturales al interés por
ciertas configuraciones de características que daban lugar a objetos mentales,
a los que se les dio el nombre de prototipos. Un prototipo es una subcategoría
o miembro de una categoría con un estatus cognitivo especial, el de ser el
mejor ejemplo de la categoría. Así, los miembros de una cultura pueden
considerar el petirrojo o el gorrión representantes más característicos de la
categoría pájaro, y la gallina, el pingüino o el avestruz ejemplos menos
representativos. La aplicación de la teoría de los prototipos en antropología
produjo trabajos como el de Berlin y Kay (1969) sobre las categorías de color.
A mediados de los 70 la confluencia de la antropología, la
psicología, la lingüística, la ciencia cognitiva y la inteligencia artificial
dio lugar a la aparición de una serie de nuevas estructuras cognitivas teóricas
más complejas: marco (frame), escena (scene), escenario (scenario), guión
(script).
Los científicos cognitivos desarrollaron el concepto de
script (guión teatral) para
explicar cómo se organiza el conocimiento. Los scripts, según Schnak y Abelson
(Scripts, plans, goals and understanding, 1977), resultan de la rutina diaria,
y consisten en secuencias estereotipadas de hechos familiares para el individuo
que guían su conducta cada vez que se encuentra de nuevo en una situación
similar. El script del restaurante guía al cliente en la serie de conductas
necesarias para obtener comida en uno de estos establecimientos: conseguir una
mesa libre, pedir el menú elegido, pagar, e incluso decidir cuánta propina va a
dejar en función del servicio que reciba.
Poco a poco todas estas estructuras cognitivas fueron
convergiendo hacia el concepto de esquema.
"Un esquema es un marco organizado de objetos y
relaciones que tiene que ser todavía rellenado con detalles concretos, mientras
que un prototipo consiste en un conjunto especificado de expectativas".
D'Andrade (1995), The development of cognitive anthropology:
124.
Un ejemplo de esquema lo encontramos en la palabra japonesa
"kaku" (escribir). Este término invoca un escritor, un instrumento
para escribir, una superficie y un producto, así como una serie de relaciones
entre estos elementos. Ninguno tiene todavía una concreción en el esquema. Por
ejemplo, el producto puede ser una palabra, una frase o incluso un garabato.
Los esquemas no tienen por qué entenderse como estructuras
aisladas. Unos esquemas pueden formar parte de otros, dando lugar a estructuras
complejas y jerárquicas.
Dorothy Holland y Debra Skinner describen en un artículo
titulado "Prestige and intimacy: the cultural models behind American's
talk about gender types" (1987) uno de estos esquemas. Analizando
entrevistas a estudiantes universitarias del sur de los Estados Unidos, estas
autoras descubrieron la existencia de un escenario (scenario) o esquema tras
los términos que estas jóvenes utilizaban para referirse a los chicos. En este
esquema se representan de manera simplificada cómo deben ser las relaciones
románticas:
"Un chico se gana la admiración y afecto de una chica
tratándola bien. La intimidad es resultado de este proceso. La mujer permite
que la relación llegue a ser más estrecha emocionalmente, tratando bien como
amigo, bien como amante, o bien como novio, a aquellos chicos que hacen el
suficiente esfuerzo para ganarse su afecto. Además de la proximidad e
intimidad, el proceso de ir formando una relación también tiene que ver con el
prestigio. Cuando un chico es atraído por una chica e intenta ganarse su afecto
tratándola bien, el atractivo de la chica queda validado y ella gana prestigio
en su grupo social. Por su parte, el chico gana prestigio entre sus iguales
cuando recibe admiración y afecto de las chicas y gana intimidad con ellas.
Normalmente, los chicos con más prestigio son atraídos
y establecen relaciones afectivas con chicas que tienen prestigio, y viceversa.
A veces, sin embargo, un chico puede tener éxito ganándose el afecto de una
chica cuyo prestigio es mayor que el suyo. Sin embargo, cuanto más atractiva
sea ella, más deberá compensar la falta de prestigio realizando grandes
esfuerzos para tratarla bien. De la misma forma, algunas chicas a veces
establecen relaciones afectivas con chicos que tienen más prestigio que ellas.
Cuando el chico es más atractivo o tiene un prestigio mayor que la chica, ella
a menudo tiene que compensarlo ofreciéndole su afecto sin que él haga nada para
ganarlo".
Holland y Skinner (1987), "Prestige and intimacy":
101-102.
Este esquema proporciona abundante información sobre los
varones y anticipa previsiones sobre las formas de comportamiento de éstos en
sus relaciones con chicas. A partir del esquema se entiende por qué las chicas
se refieren a los chicos poco atractivos e insensibles como: jerks (estúpidos),
nerds (gansos), turkeys (pavos) y asses (imbéciles).
Los esquemas culturales son constructos mentales
compartidos, entidades cognitivas. Están relacionados con instituciones
sociales, pero no deben confundirse con ellas. Los esquemas sirven para
representar, comprender y evaluar las instituciones sociales.
3. Tipos de esquemas
El lingüista George Lakoff distingue en su libro Women,
fire, and dangerous things (1987) dos tipos de esquemas cognitivos básicos: los
esquemas proposición (proposition schemas) y los esquemas imagen (image schemas).
Los esquemas proposicionales especifican conceptos y las
relaciones que existen entre ellos a través de una secuencia de proposiciones o
sentencias verbales. Un ejemplo lo encontramos en el análisis, realizado por
Naomi Quinn en su artículo "«Commitment» in American marriage: A cultural
analysis" (1982), de las metáforas con las que se refieren los
estadounidenses al matrimonio. Los norteamericanos consideran que el matrimonio
debe ser duradero y beneficioso. Es algo incierto, dificultoso, arriesgado, una
inversión (de tiempo y esfuerzo), una unión, que puede ser exitosa o fallida.
Combinando todos estos elementos se obtiene una estructura conceptual del
siguiente tipo. El matrimonio debe cubrir una serie de expectativas y
necesidades de las personas. Del cónyuge se espera que sea: amigo/a,
compañero/a, amante, punto de apoyo y fuente de comprensión. Esto hace que el
cónyuge sea alguien valioso e irremplazable. Por otra parte, para cumplir con
las demandas y necesidades de la otra persona, se necesita realizar un esfuerzo
y llegar a tener un conocimiento profundo de ella. Esto hace que el matrimonio
se conciba como algo dificultoso, pues requiere adaptarse a las necesidades del
conyuge, para lo cual se necesita invertir tiempo y esfuerzo. El fracaso es
siempre una posibilidad latente.
Los esquemas imagen proporcionan una imagen de conjunto y
dinámica de objetos y situaciones. Funcionan como configuraciones visuales o
gestalts. Un ejemplo característico es el esquema del contenedor: un objeto
abstracto que incluye un interior, unos límites y un exterior. Tomando como
referencia la imagen del contenedor, todo está dentro o fuera de él. El
referente más inmediato de un contenedor es nuestro propio cuerpo, según el
filósofo Mark Johnson (The body in the mind, 1987). La comprensión de este
esquema es previa a cualquier conceptualización verbal. El esquema imagen del
contenedor es usado con mucha frecuencia para entender la realidad: se entra o
sale de una habitación, se cae dentro de una trampa, se echa agua dentro de un
recipiente, se sale de un engaño, se introducen nuevas ideas en la cabeza, etc.
4. Metáfora y metonimia
La antropología cognitiva considera que la metáfora y la
metonimia juegan un papel destacado en la organización y estructuración del
conocimiento cultural, ya que permiten traspasar conocimientos de un domino
semántico a otro (metáfora) o estructurar todo un dominio en función de uno de
sus elementos o partes (metonimia).
La metáfora, según Holland y Quinn (1987: 28), facilita el
pensamiento a través de esquemas imagen, al posibilitar la conversión de
nociones abstractas de la experiencia psicológica y social en términos de la
experiencia del mundo físico. Un buen ejemplo para ilustrar esta tesis,
extraído del libro de Lakoff y Johnson Metáforas de la vida cotidiana (1980),
es la metáfora: "la discusión es una guerra". Cuando nos referimos a
una discusión hablamos metafóricamente
de "vencer al adversario", "sacar toda la
artillería", "rendirse", "atacar", "defenderse de
los ataques del contrario", "llevar las cosas al propio
terreno", etc. La guerra es una metáfora útil para entender el concepto de
discusión porque está definida en términos de un espacio físico (campos de
batalla, líneas de frente, zonas desmilitarizadas, rutas de avance o retirada…)
ocupado por acontecimientos físicos (avances de tropas, fuego cruzado,…).
El papel de la metonimia en relación con los esquemas
culturales es distinto al de la metáfora, al operar dentro del mismo dominio
semántico. La metonimia utiliza
una entidad para referirse a otra con la que está relacionada o de la que forma
parte. De esta manera contribuye a su simplificación, hace que sea más
manejable, fácil de entender, procesar y reconocer. Por ejemplo, a partir de
los esquemas proposición que comparten los norteamericanos sobre el matrimonio,
es posible inferir metonímicamente diferentes proposiciones sobre el matrimonio
ideal: un matrimonio exitoso es duradero, un matrimonio feliz es mutuamente
beneficioso, un matrimonio real es vivido conjuntamente… Todos estos juicios no
están basados en datos estadísticos, sino en el conocimiento cultural acerca del matrimonio compartido por los estadounidenses.
5. Modelos culturales
El concepto de "modelo" supuso un paso más en el
desarrollo de conceptos teóricos con los que entender las estructuras mentales.
La diferencia de este concepto respecto al de esquema parece más de grado que
de contenido. D'Andrade, por ejemplo, considera que:
"Todo esquema sirve como un modelo simple en el sentido
de que es una representación de algún objeto o acontecimiento. (…) Sin embargo,
muchos modelos no son ellos mismos esquemas, aunque estén compuestos de
esquemas. Los modelos no son esquemas cuando la colección de elementos es
demasiado grande y compleja para mantenerla en la memoria a corto plazo (por
definición, un esquema, en tanto que "una representación limitada,
distinta y unitarias", debe tener cabida en la memoria a corto
plazo)".
D'Andrade (1995), The development of cognitive anthropology:
151-2.
Holland y Quinn definen el concepto de modelo cultural en el
capítulo introductorio de Cultural models in languaje and thought (1987) de la
siguiente manera:
"Los modelos culturales son modelos del mundo,
presupuestos o asumidos, ampliamente compartidos (aunque no necesariamente
supongan la exclusión de otros modelos alternativos) por los miembros de una
sociedad, y juegan un papel enorme en la comprensión del mundo y la conducta de
esas personas dentro de él".
Quinn y Holland (1987), "Culture and cognition":
4.
Los modelos culturales están formados por esquemas
cognitivos que sirven de base para el procesamiento de la información,
posibilitan la reconstrucción mental de objetos y acontecimientos, permiten
realizar inferencias y evaluar la experiencia, y proporcionan un marco para la
organización y reconstrucción de los recuerdos de las experiencias pasadas.
"Algunas veces los modelos culturales sirven para
establecer metas para la acción, otras se usan para planear la consecución de
dichas metas, otras para dirigir la realización de estos objetivos propuestos,
otras para dotar de sentido a las acciones y comprender los objetivos de otros,
y otras para producir verbalizaciones que pueden jugar distintos papeles en
todos estos proyectos, así como en la subsiguiente interpretación de lo que ha
ocurrido. La complejidad en la relación entre lo que la gente dice acerca de lo
que hace y la ejecución de otras actividades no verbales se debe en parte a que
los hablantes con frecuencia desempeñan tareas complejas con múltiples
objetivos que pueden o no incluir producir una descripción verbal verídica de
dichas tareas".
Quinn y Holland (1987), "Culture and cognition":
7-8.
Cognition Study Group, Chapel Hill, Junio 1989.
Ana Orgaz, Naomi Quinn, Laurie Price, Holy Mathews, Dorothy Holland, Claudia Strauss y Debra Skinner. |
6. Estudio de los modelos culturales
La mejor manera de acceder al conocimiento cultural, según
los defensores de esta corriente
teórica, es analizar el discurso natural o habla de la gente.
Los antropólogos y antropólogas cognitivos tratan de
reconstruir el conocimiento compartido de los miembros de una sociedad
analizando lo que dicen. El discurso natural de las personas es tomado como una
forma de conducta que homogeneiza la diversidad de comportamientos y formas de
pensar mediante mecanismos de selección y generalización de acontecimientos y
experiencias narradas.
El análisis del discurso natural presta atención al
conocimiento cultural implícito que se revela de manera indirecta a través de
lo que no se dice, lo que se enfatiza, las cadenas de razonamientos, las
metáforas y metonimias, la entonación y el tono de voz, el empleo de
determinadas estructuras semánticas, las repeticiones, las asociaciones, los
comentarios explicativos, etc.
Las técnicas de análisis del discurso son variadas: unas
veces se analiza el discurso explicativo (los razonamientos que el hablante da
para justificar y legitimar los acontecimientos que relata), otras se
seleccionan fragmentos de narraciones, otras se analizan las metáforas y
metonimias, otras se examinan términos o categorías clave, y otras se analizan
esquemas proposicionales y cadenas de proposiciones. Ejemplos de estos procecimientos pueden verse en el libro editado por Naomi Quinn, Finding culture in talk (2005).
7. Motivación y fuerza directiva de los modelos culturales
Hemos visto que los modelos culturales enmarcan y estructuran
la comprensión del mundo y de las conductas, proporcionando inferencias e
interpretaciones válidas, así como estableciendo metas y planes para la acción.
¿Pero qué hace que los modelos culturales tengan fuerza motivadora o directiva?
Los antropólogos y antropólogas cognitivas han propuesto
varias respuestas. La fuerza directiva de los modelos culturales puede provenir
de la autoridad que reciben de sistemas de conocimiento expertos o de la
sabiduría popular, pero también los modelos mismos pueden ser intrínsecamente
persuasivos. La primera explicación es la que sugiere la lingüista Charlotte
Linde (Life stories, 1993) en su estudio de los motivos que llevaron a elegir
profesión a un grupo de norteamericanos. Las personas entrevistadas por Linde en
este estudio recurrieron a versiones simplificadas y popularizadas de sistemas
de conocimiento experto (como el psicoanálisis, el conductismo, etc.), que ella
denominó "sistemas explicativos", para justificar su elección
profesional. Estos "sistemas explicativos", piensa Linde, constituyen
un medio para la comprensión, valoración e interpretación de la experiencia, y
proporcionan además una guía para la conducta futura.
En la introducción al libro Human motives and cultural
models (1992), Claudia Strauss sugiere que la fuerza motivadora se desencadena
en la interacción de los modelos con la propia experiencia. Por ello, para
comprender cómo se produce la fuerza motivadora es necesario analizar los
sentimientos y emociones que se asocian con los modelos culturales.
Las personas suelen confrontar sus conocimientos con la
experiencia. Cuando comprueban que el modelo cultural les sirve en una ocasión,
repiten su uso para orientar su conducta ante nuevas situaciones parecidas. Los
modelos culturales no deben entenderse como causas de la conducta, sino como
recursos que pueden ser o no empleados por la gente. A veces el individuo tiene
a su alcance varios modelos, que pueden incluso ser contradictorios. Cuando se
da esta situación, la elección se decanta por aquel que satisface mejor las
necesidades culturales.
Los discursos y conductas de las personas que nos rodean
influyen también sobre la fuerza directiva que los modelos culturales pueden
adquirir. D'Andrade (1984) piensa que el modelo cultural sobre el éxito tiene
una gran fuerza directiva entre los norteamericanos porque satisface una
necesidad creada culturalmente en esa sociedad. Los norteamericanos están
motivados para alcanzar éxito y reciben a lo largo de su vida presiones
externas para que se ganen la vida y lleven un estilo de vida propio. De esta
manera el modelo adquiere una gran fuerza motivadora estableciendo metas y
planes para acción.
Los modelos culturales son históricamente cambiantes. Los
procesos de socialización y las experiencias difieren entre los miembros de una
misma sociedad, de ahí que los modelos culturales no tengan siempre la misma
fuerza motivadora para todos los individuos.
8. Teoría cultural
D'Andrade considera que se deben distinguir los modelos
culturales de las teorías culturales que, a veces, tienen los miembros de una
cultura sobre ciertos temas, y que les resulta fácil explicitar cuando son
interrogados acerca de ellos.
"Una teoría cultural consiste en un conjunto
interrelacionado de proposiciones
que describen la naturaleza de un fenómeno general".
D'Andrade (1995), The development of cognitive anthropology:
172.
Según D'Andrade, las teorías culturales se diferencian de
los modelos culturales en una serie de aspectos:
- las teorías son explícitas, y los modelos implícitos
- las teorías están formuladas en términos de los propios nativos y los modelos en términos de la persona que los analiza
- el conocimiento que encierran las teorías es declarativo y el de los modelos es de procedimiento. Por eso, cuando se les pregunta a los nativos por las teorías, se obtienen respuestas directas.
- las teorías suelen versar sobre temas abstractos, como el origen de la vida o lo sobrenatural.
Según D'Andrade muchas etnografías contienen descripciones
de teorías, sobre todo aquellas que analizan temas como la religión o la magia.
Un buen ejemplo es la monografía de Evans-Pritchard Brujería, magia y oráculos
entre los Azande (1937).
Por último, hay que señalar que las teorías culturales
muchas veces no guardan relación con lo que la gente piensa realmente. Es algo
que se puede comprobar con frecuencia en las encuestas sobre actitudes y opiniones, o que Malinowski constató cuando interrogó a los
trobriandeses para tratar de aclarar y poner orden en su sistema de creencias sobre los espíritus de los muertos, los baloma.
9. Un ejemplo: El modelo cultural de la mente
Los individuos de todas las culturas poseen una
representación de lo que pasa en el interior de las personas, de la mente.
Estos modelos se pueden considerar populares (folk) en la medida en que
difieren de los modelos de la mente creados por las ciencias o la filosofía. El
modelo cultural de la mente sirve para que la gente pueda entender lo que pasa
en el interior de las personas, algo que no puede verse a simple vista. Roy
D'Andrade ha analizado el modelo cultural de la mente que comparten los
estadounidenses.
El modelo cultural norteamericano de la mente, según D'Andrade,
incluye:
- percepciones
- pensamientos
- sentimientos y emociones
- deseos
- intenciones
Al hablar de la mente, por las características de la lengua
inglesa, ésta puede ser caracterizada como un proceso o como un estado
("estoy viendo un gato" o "veo un gato"), como algo
constante o como algo que puede cambiar repentinamente ("creer" puede hacer
referencia a las creencias que ya se tienen, o al proceso de adquisición de las
creencias).
Las seis clases de fenómenos mentales no se consideran
independientes en el modelo, sino relacionadas causalmente. El orden suele ser
el siguiente:
percepción → pensamiento → sentimiento → deseo → intención.
A veces los sentimientos conducen a actos reflejos, como
cuando alguien recibe un golpe y se pone a llorar. No tiene por qué darse toda
la cadena, pero siempre que alguien manifiesta la intención de hacer algo se
piensa que es porque ha tenido la secuencia previa de procesos mentales. En la
figura 1 se representan algunas de las variaciones en la secuencia causal que,
según D'Andrade, contempla el modelo. También admite que se puedan omitir pasos
en la secuencia causal.
Otra de las características del modelo es que se considera
que la mayoría de las cosas que ocurren en la mente son conscientes, pueden ser
percibidas como acontecimientos externos. El modelo reconoce al "yo"
como centro de la conciencia y la
agencia. El "yo" es visto a la vez como agente de la percepción y
como algo percibido. El yo que percibe no sólo percibe las cosas del mundo,
sino que se percibe a sí mismo percibiendo, como una entidad con continuidad en
el tiempo y, por consiguiente, consciente. Cada individuo tiene sus propias
percepciones, pensamientos y recuerdos. El yo que percibe es indisociable del
yo percibido. Aunque puede haber personas con disociaciones entre su identidad
mental y su cuerpo, lo normal es que el individuo se reconozca, según el
modelo, como una unidad de cuerpo y mente. A través del plural de la primera
persona del pronombre personal (nosotros) el yo puede expandir sus percepciones mentales y pasar a formar parte de
una mente colectiva, alegrándose, por ejemplo, de los éxitos del equipo
nacional de baloncesto o de su empresa. Según el modelo, el individuo puede
controlar lo que piensa y sus acciones, pero no siempre sus sentimientos o
deseos. Lo que sí puede evitar son los pensamientos que desencadenan ciertos
sentimientos y deseos. El modelo admite también que pueden suceder
acontecimientos de manera imprevista. Esto es lo que ocurre en una depresión
profunda, como consecuencia de una adicción, en situacion de hipnosis,
etc. La gente utiliza el modelo cultural de la mente para interpretar,
comprender y tratar de predecir su comportamiento y el de otras personas.
D'Andrade llega a este modelo a través del análisis de
entrevistas, sus propias intuiciones y las obras de filósofos de la mente.
Para los psicólogos este modelo no es válido, pues carece de
cientificidad. Muchos no aceptan que la introspección sea un método válido para
comprender la mente. Algunos filósofos de la mente creen que los modelos
psicológicos acabarán siendo sustituidos por modelos neurológicos del
funcionamiento del cerebro en el futuro. Para algunos antropólogos y
antropólogas este modelo de la mente es característico de sociedades
occidentales y difiere del que podemos encontrarnos en otras culturas.
Steven Parish (1991) ha estudiado la manera en que los newar
de Nepal conceptualizan la mente. Para los newar los estados y procesos
mentales residen en el corazón. La mente, el yo y las emociones son sagrados y
morales. En el corazón de cada newar hay un dios llamado Narayana o Bhagaban. Este
dios es quien permite visualizar el mundo cuando el individuo cierra los ojos.
El dios que hay en el corazón representa también un orden moral. Si el
individuo actúa mal, el dios que lleva en su corazón le reprenderá. El modelo
newar de la mente incluye, según Parish, dos emociones: lajya y pastae. Lajya
equivale a la vergüenza que el
individuo siente cuando miente o hace algo inapropiado. Pastae es similar a
lajya, y sucede cuando alguien daña a otra persona. Equivale a culpa. Los newar
tienen también muchas ideas sobre el autocontrol, el deseo de control y el
dolor que ocasionan los deseos inapropiados. La mente funciona en relación
directa con el sistema religioso hindú. Un dios moral anima una mente que se
encuentra en el corazón, la experiencia de las emociones morales contribuye a
articular un concepto de persona moral.
"El concepto newar de la mente ayuda a los newar a
saber que «la persona» está constituida como un ser moral, con una vida
«interior» que participa en lo moral y sagrado".
Parish (1991), "The sacred mind": 346.
Cannibal tours (Dennis O'rourke, 1988)
10. Referencias
Lectura obligatoria
- Quinn, Naomi y Dorothy Holland. 1987. "Culture and cognition", 3-40. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
Películas
- An ecology of mind. A daughter's portrait of Gregory Bateson (Nora Bateson, 2011)
- Cannibal tours (Dennis O'rourke, 1988)
- Kukuli (Luis Figueroa, Eulogio Nishiyama y César Villanueva, 1961)
- Video Mappings: Aida, Palestine (Till Roeskens, 2011)
Lecturas complementarias
- D'Andrade, Roy. 1995. "The growth of schema theory", 122-149; "Models and theories", 150-81. En The development of cognitive anthropology. New York: Cambridge University Press.
- D'Andrade, Roy. 1987. A folk model of mind, 112-50. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
- Goodenough, Ward H. 1975 [1971]. "Cultura, lenguaje y sociedad", 157-248. Kahn, J.S. ed. El concepto de cultura: Textos fundamentales. Barcelona: Anagrama.
- Holland, Dorothy y Debra Skinner. 1987. "Prestige and intimacy the cultural models venid American's talk about gender types", 78-111. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
- Lakoff, George y Mark Johnson. 1986 [1980]. Las metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.
- Linde, Charlotte. 1987. "Explanatory systems in oral life stories", 343-368. En Holland, D. y N. Quinn (eds.), Cultural Models in Language and Thought. New York: Cambridge University Press.
- Parish, Steven M. 1991. "The sacred mind: Newar cultural representations of mental life and the production of moral consciousness". Ethos, 19 (3): 313-351.
- Quinn, Naomi. 1982. "'Commitment" in American marriage: A cultural analysis". American Ethnologist, 9 (4): 775-98.
Lecturas recomendadas
- D'Andrade, Roy y Claudia Strauss (eds.). Human motives and cultural models. New York: Cambridge University Press.
- García, José Luis. 2000. "Informar y narrar: El análisis de los discursos en las investigaciones de campo". Revista de antropología social, 9: 75-104.
- Johnson, Mark. 1992. The body in the mind: The bodily basis of meaning, imagination and reason. Chicago : University of Chicago Press.
- Strauss, Claudia y Naomi Quinn. 1997. A cognitive theory of cultural meaning. New York: Cambridge University Press.
- Lakoff, George. 1987. Women, fire, and dangerous things. What categories reveal about the mind. Chicago: Chigago University Press.
- Linde, Charlotte. 1993. Life stories. The creation of coherence. New York: Oxford University Press.
- Quinn, Naomi. 2005. Finding culture in talk: A collection of methods. New York: Palgrave Macmillan.