1. Materialismo cultural
Para Marvin Harris la vida social está formada por dos tipos
de fenómenos: por un lado, la conducta de la gente y, por otro, sus
pensamientos y emociones. Ambos pueden enfocarse desde dos perspectivas
distintas: la del propio participante (emic) y la del observador externo
(etic). Cada una de estas perspectivas da lugar a dos tipos de investigación.
"Lo que caracteriza a las operaciones de tipo emic es
la elevación del informante nativo al estatus de juez último de la adecuación de
las descripciones y análisis del observador. (…) Lo que el observador trata de
esclarecer son las categorías y reglas cuyo conocimiento es necesario para
pensar y actuar como un nativo. (…)
El rasgo distintivo de las operaciones de tipo etic es la
elevación de los observadores al status de jueces últimos de las categorías y
conceptos empleados en las descripciones y análisis. La prueba de la adecuación
de las descripciones etic es única y exclusivamente su capacidad para generar
teorías fructíferas desde un punto de vista científico sobre las causas de las
semejanzas y diferencias socioculturales".
Harris, Marvin. 1982 [1979], El materialismo cultural: 47
El materialismo cultural, la estrategia de investigación
sociocultural propuesta por Harris, considera que los sistemas socioculturales
tienen un patrón universal (Harris 1982: 67-70). Todas las sociedades deben
hacer frente a los problemas de la producción, de manera que debe existir un
modo de producción conductual etic. En segundo lugar, deben asegurar la
existencia de la población, o lo que es igual, tener un modo de reproducción
conductual etic. En tercer lugar, las sociedades deben asegurar relaciones
seguras y ordenadas entre los grupos que las integran y con otras sociedades.
La principal amenaza a este orden procede de los procesos económicos que
distribuyen el trabajo y sus productos. Por ello, las sociedades deben tener
economías domésticas y economías políticas conductuales etic. Por último, las
sociedades tienen una superestructura conductual etic, de la que forman parte
comportamientos relacionados con los procesos simbólicos y lingüísticos de los
seres humanos, cuyos productos abarcan el arte, los rituales, el deporte, etc.
El resultado de este patrón universal es un esquema tripartito de conductas
etic:
- Infraestructura: modo de producción y modo de reproducción.
- Estructura: economía doméstica y economía política.
- Superestructura.
Harris añade al patrón universal un cuarto elemento, la superestructura mental emic, en el que agrupa todos los componentes mentales y emic.
En su obra El materialismo cultural (1979) Harris denominó
al principio fundamental de esta teoría "principio de determinación de
la infraestructura" y lo definió de la siguiente manera:
"Los modos de producción y reproducción conductuales
etic determinan probabilísticamente las economías doméstica y política
conductuales etic, que a su vez determinan las superestructuras conductual y
mental emic".
Harris, Marvin. 1982 [1979], El materialismo cultural: 71-2.
En su último libro, Teorías de la cultura en la época
posmoderna (1999), decidió sustituir la palabra "determinación" por
"primacía", sin que esto alterase sustancialmente la definición:
"El principio de la primacía de la infraestructura
defiende que la probabilidad de que las innovaciones que surgen en el sector
infraestructural sean preservadas y propagadas es tanto mayor cuando más
potencian la eficiencia de los procesos productivos y reproductivos que
sustentan la salud y el bienestar y que satisfacen necesidades y pulsiones
biopsicológicas básicas en el hombre
Las innovaciones de tipo adaptativo (esto es, que
incrementan la eficiencia de la producción y la reproducción) tienen grandes
posibilidades de ser seleccionadas, incluso aunque se dé una incompatibilidad
pronunciada (contradicción) entre ellas y aspectos preexistentes de los sectores
estructural y simbólico-ideacional. (…) En cambio, las innovaciones de tipo
estructural o simbólico-ideacional serán probablemente desechadas si se produce
una incompatibilidad profunda entre ellas y la infraestructura".
Harris, Marvin. 2000 [1999], Teorías de la cultura en la época
posmoderna:142-3.
En definitiva, para explicar los fenómenos socioculturales,
según Harris, se debe dar prioridad a las teorías basadas en variables
infraestructurales: tecnológicas, ecológicas y demográficas. Las variables
estructurales y las superestructurales están supeditadas a las
infraestructurales, contribuyendo a la regulación de los sistemas
socioculturales, pero no pueden buscarse en ellas las causas de los mismos.
Harris considera que la antropología es una ciencia y que
debe buscar leyes que expliquen las semejanzas y diferencias culturales. Su
elección por el estudio de la infraestructura está basada en la creencia de que
está gobernada por leyes. La obra de Harris constituye un compendio de análisis
de casos etnográficos desde la perspectiva del materialismo cultural. Veamos
algunos.
2. La vaca sagrada
¿Por qué las vacas son sagradas en la India habiendo tantas
personas en ese país con carencias alimentarias?
Este es el primero de los enigmas culturales que Harris trata de aclarar en uno de sus libros más conocidos: Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura (1974). Según Harris, la respuesta a esta creencia religiosa, sustentada políticamente, hay que buscarla en la infraestructura.
Este es el primero de los enigmas culturales que Harris trata de aclarar en uno de sus libros más conocidos: Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura (1974). Según Harris, la respuesta a esta creencia religiosa, sustentada políticamente, hay que buscarla en la infraestructura.
Antes que nada hay que destacar el estilo retórico con el
que Harris presenta sus argumentos en este tipo de obras de divulgación del materialismo cultural, dado que juega un papel importante en el efecto persuasivo que tiene sobre los lectores. Generalmente contrapone sus argumentos a los de otros
autores, a los que a veces no identifica en el texto, sino que trata de manera
genérica. Con frecuencia emplea un lenguaje hiperbólico y, en cierta medida,
sensacionalista, que mezcla al mismo tiempo con términos más abstractos y
académicos, que buscan dotar a sus argumentos de un aire de
"cientificidad". Otro de los elementos característicos en su
argumentación es un uso profuso de datos cuantitativos globales, de los que no
suele mencionar las fuentes. Una muestra de este estilo es la siguiente:
"El amor a las vacas parece absurdo, incluso suicida, a
los observadores occidentales familiarizados con las modernas técnicas
industriales de la agricultura y la ganadería. El experto en eficiencia anhela
coger a todos estos animales inútiles y darles un destino adecuado. (…)
Un poco de aritmética muestra que, en lo que atañe a la
arada, hay en realidad escasez más que exceso de animales. La India tiene
sesenta millones de granjas, pero sólo ochenta millones de animales de
tracción. Si cada granja tuviera su cupo de dos bueyes o dos búfalos de agua,
debería haber 120 millones de animales de tracción, es decir 40 millones más de
los que realmente hay. (…)
El déficit de animales de tiro constituye una amenaza
terrible que se cierne sobre la mayor parte de las familias campesinas de la
India. Cuado un buey cae enfermo, el campesino pobre se halla en peligro de
perder su granja. Si no posee ningún sustituto, tendrá que pedir prestado dinero
con unos intereses usurarios. Millones de familias rurales han perdido de hecho
la totalidad o parte de sus bienes y se han convertido en aparceros o
jornaleros como consecuencia de estas deudas. Todos los años cientos de miles
de agricultores desvalidos acaban emigrando a las ciudades, que ya rebosan de
personas sin empleo y si hogar.
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas: 18-19.
La principal razón por la que las vacas son tan importantes
para los campesinos hindúes, según Harris, es que necesitan bueyes sobre todo
de cebú, como animales de tracción para arar los campos. Además, las vacas
tienen otras utilidades:
- sus excrementos se emplean como combustible, fertilizante y material de construcción,
- la leche contribuye a la alimentación de las familias pobres,
- la carne de los animales que fallecen es aprovechada por la castas de rango inferior, que también utilizan las pieles para trabajar el cuero.
Lo que hace valioso el comportamiento de los campesinos
hindúes, según Harris, es su relación costo-eficacia en comparación con otras
alternativas. La boñiga de vaca resulta barata, ya que las vacas no comen
alimentos de consumo humano, sino desperdicios, hierbas y rastrojos. La tercera
parte de los campesinos, los más pobres, sólo poseen una o dos vacas, de manera
que no pueden permitirse sacrificar a las más viejas y enfermas. En general,
los agricultores hindúes ajustan el tamaño de sus rebaños en función de los
cultivos, el clima y las condiciones regionales, dejando que mueran, si es necesario,
las reses menos productivas. El resultado es un ecosistema con un bajo consumo
de energía en el que una amplia población logra mantenerse haciendo un uso
sumamente eficaz de sus recursos.
"El amor a las vacas activa la capacidad latente de los
seres humanos para mantenerse en un ecosistema con bajo consumo de energía, en
el que hay poco margen para el despilfarro o la indolencia. El amor a las vacas
contribuye a la resistencia adaptativa de la población humana conservando
temporalmente a los animales secos o estériles, pero todavía útiles;
desalentando el desarrollo de una industria cárnica costosa desde un punto de
vista energético; protegiendo un ganado vacuno que engorda a costa del sector
público o de los terratenientes y conservando la capacidad de recuperación de
la población vacuna durante sequías y períodos de escasez".
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas:33-4.
La alternativa, según Harris, sería destruir el sistema actual y crear uno
nuevo con un conjunto diferente de relaciones demográficas, tecnológicas,
político-económicas e ideológicas.
3. Porcofobia y porcofilia
¿Por qué prohiben el islam y el judaísmo comer carne de
cerdo a sus fieles?
"Creo que la Biblia y el Corán condenaron al cerdo
porque la cría de cerdo constituía una amenaza a la integridad de los
ecosistemas naturales y culturales del Oriente Medio".
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas: 42.
La prohibición de la carne de cerdo fue, para Harris, una
estrategia ecológica adecuada.
Las regiones del mundo donde se ha practicado el pastoreo
nómada son llanuras y colinas deforestadas, zonas demasiado áridas para la
práctica de una agricultura de regadío. Los animales domésticos mejor adaptados
a este tipo de ecosistema son rumiantes: vacas, ovejas y cabras. El cerdo, por
el contrario, requiere para alimentarse de tubérculos, grano o frutos de los
bosques, ya que no puede subsistir sólo a base de pasto. Tampoco es una fuente
de leche, ni puede recorrer grandes distancias. Además, no está adaptado para
vivir en climas calurosos y secos, en los cuales necesita revolcarse más a menudo en sus
orines y heces para refrescarse, lo que lo convierte en un animal "impuro".
La principal utilidad del cerdo está en su carne, mientras
que ovejas, cabras y ganado vacuno proporcionan también leche, queso, pieles, fuerza de
tracción, boñiga y fibras.
"Los tabúes cumplen también funciones sociales, como
ayudar a la gente a considerarse una comunidad distintiva".
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas: 47.
¿Qué hace que otros grupos humanos amen los cerdos,
practicando grandes festines para satisfacer el ansia de carne porcina de los
antepasados, asegurarse la salud de la comunidad y el triunfo en la guerra con
las tribus vecinas?
Para analizar este otro caso, Harris utiliza el estudio
etnográfico de Roy Rappaport sobre los maring tsembaga de Nueva Guinea, publicado
en 1968 con el título: Cerdos para los antepasados. El ritual en la ecología de
un pueblo en Nueva Guinea.
Aproximadamente cada doce años, los maring celebran una
fiesta en la que sacrifican una gran cantidad de cerdos. Esta fiesta,
denominada kaiko, es la culminación de un amplio ciclo ritual. Un par de meses
después de terminar el kaiko, cuya realización dura un año, los maring reanudan los enfrentamientos con clanes
enemigos. Durante la guerra acaban de consumir los cerdos que les quedan.
Entonces interrumpen los combates y plantan el rumbin, un pequeño árbol, y
empiezan a criar cerdos nuevamente. Cuando al cabo de los años la nueva piara
es lo suficientemente grande, vuelven a arrancar el rumbin y a celebrar un
nuevo kaiko reanudando el ciclo ritual.
Harris considera que todo el ciclo está sujeto a un proceso
de autorregulación ecológica. El momento en que los cerdos se vuelven una carga
insostenible depende de un conjunto de variables demográficas (tamaño y
condiciones de la población humana), medioambientales (tamaño del territorio,
bosque disponible para cultivar…) y políticas (situación de las relaciones con
los clanes vecinos).
"Cada parte de este ciclo se integra en un ecosistema
complejo autorregulado, que ajusta con eficacia el tamaño y distribución de la
población animal y humana de los tsembaga según los recursos disponibles y las
oportunidades de producción".
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas: 49.
A medida que crece la población de cerdos, lo hace también
la población humana. El trabajo para cultivar los huertos y criar los cerdos,
del que se ocupan sobre todo las mujeres, se incrementa, hasta que llega un
momento en que resulta insostenible. Los cerdos se convierten entonces en una
fuente de numerosos conflictos y discusiones familiares, y pasan a ser competidores por
los alimentos con los seres humanos, ya que amenazan la pervivencia de los
huertos, de los que dependen los maring para su subsistencia. Llegado ese punto
es cuando los hombres deciden arrancar el rubim e iniciar un nuevo kaiko. El
grupo mejora su salud mediante la ingesta de grandes dosis de proteínas y
grasas antes de iniciar una nueva guerra. La fiesta sirve, además, para recompensar
a sus aliados y reforzar su lealtad. La crianza y sacrificio de los cerdos les
permite incrementar su poderío militar, justo antes de reanudar los
enfrentamientos con grupos rivales.
Ongka's big moka. The Kawelka of Papua New-Guinea (Charlie Nairn, 1974)
4. Guerra
¿Por qué algunos grupos humanos practican la guerra tribal
de manera reiterada?
Harris considera que las teorías de la agresividad innata
(que tienen con frecuencia su versión folk entre los propios nativos en una
declarada necesidad de venganza por agresiones recibidas con anterioridad),
tienen poco valor para explicar la guerra tribal. En lugar de ello, considera
que las causas de la guerra están relacionadas con la competencia entre grupos humanos por
los recursos de los que depende su subsistencia y la necesidad de regular el
crecimiento de sus poblaciones.
"La guerra primitiva no es ni caprichosa ni instintiva;
constituye simplemente uno de los mecanismos de interrupción que ayudan a
mantener las poblaciones humanas en un estado de equilibrio ecológico con sus
hábitats".
"Pienso que la guerra preserva el ecosistema maring
mediante dos consecuencias más bien indirectas. Una de ellas se relaciona con
el hecho de que, a resultas de la guerra, los grupos locales se ven forzados a
abandonar las áreas de los huertos de primera calidad, cuando todavía no han
alcanzado el techo de la capacidad de sustentación. La otra consiste en que la
guerra incrementa la tasa de mortalidad infantil femenina".
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas: 65; 69.
La primera de las consecuencias que tiene la guerra tribal,
en el caso de los maring tsembaga, es el abandono durante años de sus
anteriores tierras de cultivo para pasar a explotar otras nuevas, lo que
permite la regeneración del manto forestal protegiendo su hábitat.
La segunda consecuencia de la guerra, según Harris, es la
regulación de las poblaciones humanas, pero ésta no se produce de manera
directa por medio de las bajas que ocasionan los combates. La guerra no es en
sí un medio de control demográfico, especialmente en sociedades tribales como la de los marging, en las que las
mujeres se casan pronto y tienen una larga vida reproductiva, practican la
poliginia, las viudas pasan a formar parte de la familia de hermanos o
sobrinos, etc.
Para poder conservar un territorio frente a la presión de
grupos vecinos hostiles se necesita un ejército de varones adultos. Y este se
consigue favoreciendo la crianza de niños en lugar de niñas. A falta de medios
anticonceptivos eficaces, la manera de lograr que la proporción de niños sea
mayor que la de niñas es practicando el infanticidio femenino mediante un
negligente cuidado de las niñas.
"El estudio de la guerra primitiva nos lleva a la
conclusión —señala Harris— de que la guerra ha formado parte de una
estrategia adaptativa vinculada a condiciones tecnológicas, demográficas y
ecológicas específicas".
Harris, Marvin. 1981 [1974], Vacas, cerdos, guerras y brujas: 77.
—oOo—
El materialismo cultural ha recibido importantes críticas. James Lett las ha resumido en su artículo "The enduring
legacy of Marín Harris and cultural materialism" (2002). En primer lugar
se ha señalado que el materialismo cultural hace uso de un concepto de función
que carece de valor explicativo, puesto que pretende explicar los fenómenos
socioculturales por la utilidad de sus consecuencias, cuando en una explicación
los efectos nunca pueden ser considerados como causas. En segundo lugar, Harris
ha sido criticado por carecer de una ontología materialista de los fenómenos
socioculturales. El materialismo cultural no aclara qué tipo de realidades son
las infraestructuras, las estructuras y las superestructuras, ni en qué parte
del mundo se encuentran. En tercer lugar, algunos críticos consideran que la
falta de concreción ontológica del concepto de infraestructura le resta valor
explicativo como principio causal de la cultura. Aunque el materialismo
cultural ha sabido identificar correlaciones entre fenómenos (modos de
producción y formas de organización social, por ejemplo) esto no es suficiente
para determinar una relación causal. Por último, según los defensores del neo-darwinismo
o la psicología evolutiva, el materialismo cultural no tiene lo suficientemente
en cuenta la evolución biológica de la especie humana, manteniendo una visión
superorgánica de la cultura.
5. Referencias
Lectura obligatoria
- Harris, Marvin. 1981 [1974]. "La madre vaca", 15-36, "Porcofilia y porcofobia", 37-58, "La guerra primitiva", 59-78. En Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura. Madrid: Alianza.
Películas
- Dead birds (Robert Gardner, 1964).
- Ongka's Big Moka. The Kawelka of Papua New-Guinea (Charlie Nairn, 1974).
- The ax fight (Timothy Ash y Napoleon Chagnon, 1975).
- To Find the Baruya Story (Allison y Marek Jablonko; Stephen Olsson, 1982).
- Man Without Pigs (Chris Owen, 1990).
- Pepsi War (Charlie Clay, 1992).
- Black harvest (Bob Connolly y Robin Anderson, 1992).
- Mad cow sacred cow (Anand Ramayya, 2009).
Lecturas complementarias
- Harris, Marvin. 1982 [1979]. El materialismo cultural. Madrid: Alianza.
- Harris, Marvin. 2000 [1999]. Teorías sobre la cultura en la era posmoderna. Barcelona: Crítica.
- Lett, James. 2002. "The enduring legacy of Marín Harris and cultural materialism".
Lecturas recomendadas
- Harris, Marvin 1986 [1981]. La cultura norteamericana contemporánea. Una visión antropológica. Madrid. Alianza.
- Harris, Marvin. 1989 [1985]. Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura. Madrid. Alianza.
- Rappaport, Roy A. 1987 [1968]. Cerdos para los antepasados. El ritual en la ecología de un pueblo en Nueva Guinea. Madrid: Siglo XXI.
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